Situada en Ses Salines, en el Sur de Mallorca, esta antigua “casa de pueblo” fue transformada en profundidad para multiplicar la sensación de amplitud y homogeneizar los espacios a través de los materiales y las formas. Las puertas y paredes están hechas con mortero de cal y el suelo, en cambio, está pensado a partir de un estucado natural que se prolonga a lo largo de la vivienda y convive con el roble de los dormitorios de la primera planta. Las formas curvas de las mesas y lavabos diseñados por el estudio dan continuidad y calma a una vivienda reducida que se abre a un pequeño patio geométrico con piscina incluida. Matizada y contenida, este pequeño refugio residencial desde el que se vislumbra la isla de Cabrera, aúna hechuras tradicionales y a la vez contemporáneas.