En apenas 100 m2 y en pleno Casco Histórico de Palma de Mallorca, un matrimonio europeo buscaba un refugio monacal y desnudo al más puro estilo John Pawson. La reforma consistió en “desnudar” el espacio de cualquier artificio aprovechando los techos de más de tres metros de altura y dejando que los rosetones y las ventanas ojivales góticas de la cercana Iglesia de Santa Eulalia se convirtiesen en el único elemento decorativo del proyecto. La cocina es una labor de artesanía en la que manetas, tiradores y electrodomésticos “desaparecen” detrás de un frontal geométrico hecho a medida. Sillas originales de Carl Hansen, una lámpara de techo de Peter Zumthor, una iluminación teatral y una gran isla central de piedra natural son los focos visuales de un refugio tranquilo en el que todo se entrelaza.